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Cuando nos encerramos y empeñamos en ignorar la naturaleza mítica del alma y su eterno impulso a la manifestación íntima de nuestra interioridad, cuando obstaculizamos su salida a una vida que conformamos exteriormente, para entrar en las imágenes, que son en sí mismas la realidad que le es propia al alma, es decir, el mundo imaginal o de la Imaginación, la psicología del humanismo, en este proceso de evitación y aislamiento de la introspección, construye a un hombre con un ego fuerte, pero con un alma frágil que tiembla en el valle del horror existencial de la vida que nos experimenta.
Este hombre cabalga encima de su herida narcisista lamentándose sin poder ver el valle de vida que le acoge y el propio dolor del alma herida intenta hablar y manifestarse en sus síntomas, en sus sueños, en sus visiones, en sus voces incluso en su propio cuerpo, pero su alejamiento de sí mismo, impide cualquier visión sanadora y cualquier imagen que le sosiegue y le indique el tránsito del submundo que atraviesa, va sin control, perdido dentro de su propia oscuridad, sin la luz del sentido, de la orientación de su propia vida y existencia…..Buscando y no encontrando la satisfacción, aquello que calme su sed de muerte y también de su vida.
Cuando no somos capaces de reconocer nuestra fragilidad humana, Perséfone, una de las imagenes del alma que habita en el inconsciente colectivo y se muestra en nuestro inconsciente personal, en una forma occidental, se ve obligada a cargar con esta vulnerabilidad por nosotros. Es ella quien pasa entonces a ser frágil e insustancial. El alma se convierte así en un espectro al que jamás damos alcance, una hija en fuga permanente, desesperadamente ausente, cargada con sus síntomas y su lenguaje incomprendido, en las fronteras del terreno de la consciencia, sometiéndose a la razón del hombre, impedida por el ego del hombre e incapaz siempre de descender al trono que le corresponde: dentro y abajo. Entonces, como humanos, nos adentramos en la oscuridad temerosos de la oscuridad misma, sin un alma con una masa o sustancia, con un terror por el encuentro de lo que somos y más aún, temerosos por aquello que creemos que no somos.
A partir de aceptar y concienciar este estado, podemos abrir una puerta que comienza con la búsqueda de la vida, con la búsqueda en Ella. A partir de esta posición se produce el salto a la vida y comienza el abrazo a la sombra y el alma. La preocupación por la sombra, por la profunda sensación de maldad en el mundo, de miseria y de la brevedad de la vida, se conjugan en la mente y su razón en una idea que domina y busca el corazón: el bienestar del alma. Dice J. Hillman ” ¡Qué extraño matrimonio, qué extraordinaria doble verdad: inhumanidad y alma juntas. ¿Cabe encontrar un contraste más acusado entre la psique y lo humano?, la moral no se paraba en hacer alma en la profunda inhumanidad y como decía Jhon Keats ” LLama al mundo, te lo ruego, “valle del hacer alma”. descubrirás entonces su utilidad”.
“La definición del hombre, es la definición de su alma”
(Aristóteles)
A saber, Psicología: Tratado del Alma. Psique: Alma. Logos: tratado o estudio.
En recuerdo de J. Hillman y su Reinventada Psicología.
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