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La ley de la atracción está regida por la sexualidad y el magnetismo las cuales son dos formas de manifestación de la energía vital que nos anima. Esta energía que se llama “Libido”, es la fuerza más poderosa del mundo. La Libido puede ser considerada como el fundamento de los distintos campos naturales de fuerzas, tales como la luz, la gravitación y el electromagnetismo. Pero al mismo tiempo, también es el fundamento que sostiene la armonía dentro del campo de la experiencia del ser humano. Por lo tanto, la armonía natural del ser, cuando se siguen las leyes de la atracción simple, es una forma de libido.
El magnetismo es un fenómeno físico por el cual se expresa la fuerza de atracción y de repulsión que los objetos ejercen unos sobre otros. El análisis de este fenómeno nos lleva a considerar dos factores principales, 1) la existencia, o formación de un campo vacío, aun cuando esté pleno de líneas de fuerza; y 2) los elementos que tienden a confluir en ese campo y que estarán sometidos a las líneas de fuerza que el campo contiene, lo cual deviene en la manifestación de un modelo o patrón de manifestación o conducta.
En el mundo de las especies también se manifiesta esta ley de atracción magnética entre los polos positivo (masculino) y negativo (femenino), formando un campo de energía sexual. Un escalón más alto, este magnetismo se torna más complejo, manifestándose en términos de atracción bio-psicológica o deseo humano, el cual cuando está intensificado se convierte en pasión.
A donde queremos llegar es a establecer que la experiencia, lo que experimentamos en la vida, es el resultado de la combinación y expresión de ese campo de fuerza magnética y los elementos que lo componen. En el ámbito de las experiencias humanas, éstos elementos están formados por las ideas, los pensamientos, los sentimientos y las percepciones que se unen a través de la ley de atracción en un momento determinado de la vida, dando por resultado una experiencia vital armónica cuando los elementos están bien configurados, o disarmónica cuando hay algún elemento o elementos que perturban esa armonía.
Esta disarmonía de la experiencia, cuando es persistente, puede generar desequilibrios psíquicos que han de ser abordados y transformados. Dicha transformación se realiza detectando los elementos perturbadores y manipulando sus cualidades o esencias, trasformando así sus propiedades y su incidencia en el campo de la experiencia. Esta operación estaba en la base de los trabajos de los antiguos alquimistas.
Deberíamos entender que la psique es un campo de campos. Cada uno de ellos tiene sus propios elementos y por lo tanto su propia incidencia en la psique total, y de aquí deriva la forma en la que experimentamos nuestra vida.
Otra forma en la que esta energía poderosa se manifiesta, y que se postula como el fundamento de la ley de atracción y magnetismo en los seres humanos, es la energía sexual, la sexualidad, la cual tiene un alcance mucho más profundo que la mera relación entre los órganos sexuales del macho y la hembra, sino que está implícita en la relación entre los polos positivo y negativo en todos los niveles de la manifestación. Por lo tanto, antes de nada hemos de convenir que la energía sexual es algo que trasciende a lo que vulgarmente se entiende por ese término, de tal forma que cuando nos referimos a la energía sexual o a la sexualidad nos estamos refiriendo, por una parte a esa energía vital que está detrás de todos nuestros impulsos e instintos, y por otra, a su funcionamiento y su utilización, tanto en los ámbitos de la curación como en los del crecimiento integral del hombre.
Una de las facetas en las que esta poderosa energía se manifiesta radica en su tendencia a satisfacer lo que en cada momento se considera como una necesidad vital, por lo que ciertamente va mucho más allá del mero concurso sexual físico, ya que las necesidades vitales de los hombres no se circunscriben a su ámbito corporal e instintivo, sino que discurren por los reinos psíquicos, anímicos y espirituales, y en ambos la energía sexual o libido se postula como la energía reparadora y revitalizadora, capaz de satisfacer y actualizar todos sus requerimientos.
Casi todo el mundo ha oído hablar de la utilización de la energía sexual como un medio para la ampliación de la consciencia. El Tantra, una disciplina prácticamente secreta para el mundo occidental, es una disciplina espiritual que tiene como último fin la liberación y la iluminación de sus participantes a través de la utilización y refinamiento de la energía sexual, no un manual de cómo aumentar la estimulación y el placer en la unión sexual de los cuerpos físicos. El Tantra está relacionado con el correcto fluir de la energía, así como en el señalamiento y corrección de los nudos que hacen que nuestra energía no circule plena y libremente.
Ese refinamiento de la energía sexual hace referencia básicamente a la trasmutación de esos elementos, de los que hablábamos antes y que servían de elementos perturbadores para la experiencia armónica o como obstrucciones en el libre fluir de la energía.
Esas obstrucciones en el fluir de la energía también pueden terminar provocando desequilibrios psíquicos que llegan a manifestarse en conductas igualmente desequilibradas, e incluso a somatizarse y manifestarse como dolencias físicas de alguna clase.
Es por muchos sabido, aunque no siempre aceptado, que los condicionantes de la vida someten al hombre a presiones y compulsiones que en muchos casos terminan por afectar al frágil equilibrio de la psique o de las respuestas psíquicas, lo cual origina no pocos problemas en la vida cotidiana.
La propia vida hace que en ocasiones acomodemos nuestras respuestas “a lo que de nosotros se espera” en vez de dar esas mismas respuestas de forma natural y no condicionada, ya sea por presiones externas o internas.
Esto provoca una incursión por senderos, que voy a denominar como “senderos de error”, por los que, debido a determinadas circunstancias, ya sea por el mundo, por el propio entorno, o por determinadas deficiencias internas, hay gente que se ve obligada a recorrerlos. Esos senderos de error no son siempre elegidos voluntariamente por el sujeto, sino que muchas veces se ve compelido a recorrerlos debido a esas presiones que se generan en el entorno, y otras veces obligado o forzado a vivir determinadas situaciones que de ninguna otra forma hubieran sido elegidas.
Hay situaciones y experiencias en la vida que, ya sea por su repetición o por la intensidad de las mismas, generan auténticas obstrucciones en los canales y plexos por los que la energía discurre, desembocando en diversos problemas anímicos o psicológicos de distinta profundidad y envergadura, dependiendo fundamentalmente del grado de aceptación o repulsa de dicha experiencia y de la cantidad de consciencia implicada.
Consciencia es un término análogo al de Luz. No luz física, sino Luz intelectiva. La Consciencia es la Luz del entendimiento. La diferencia de vivir una experiencia negativa con plena consciencia de ella, o enfrentarla sin saber ni comprender por qué ocurre, genera una respuesta psíquica distinta.
No es nuestro propósito hablar de los principios implicados en esta disciplina tántrica, ni de los métodos utilizados por quienes se han entregado a ese sendero espiritual, ni tampoco es el lugar donde hacerlo. Nos quedaremos tan sólo con el hecho de que portamos una energía poderosísima, la energía sexual, que es básicamente una forma de manifestación de lo que la psicología denomina libido. Dicha energía sexual, como hemos dicho, trasciende el concepto vulgar de la energía puesta en funcionamiento en el congreso sexual básico, al tiempo que puede ser canalizada y dirigida por medio de la voluntad, tanto en un contexto de ampliación de la consciencia como en el contexto de la curación.
En ambos casos el sujeto ha de ser consciente con mayor o menor claridad de que hay un obstáculo a superar, de que hay algo que no le permite alcanzar ese deseado estado de equilibrio. Pero en vez de proyectar cómo eliminar ese obstáculo que no ve con claridad, es deseable concentrarse en ser consciente de la NECESIDAD de superación. La creación de esa Necesidad es primordial. La generación de esa Necesidad lleva implícito la creación de un nuevo espacio vacío en la psique que ha de ser llenado con aquello que es Necesario para alcanzar el propósito. Esto nos lleva de nuevo a la teoría de la Ley de Atracción y su funcionamiento en la que considerábamos los dos factores principales de su funcionamiento: el campo, y los elementos que éste contiene.
La Necesidad, genera el campo magnético, el espacio vacío pleno de líneas de fuerza esperando y atrayendo los elementos precisos que equilibren y satisfagan dicho espacio, que no debemos olvidar es un campo creado desde la Necesidad. Es el polo negativo de nuestro circuito.
La propia Necesidad genera la percepción de los elementos necesarios que la satisfagan y la complementen. Estos elementos se logran a través de la fuerzas de la ASPIRACIÓN, una cualidad del espíritu que siempre tiende a lo superior. La aspiración será el mejor reclamo para conquistar tales elementos o para transformar los ya existentes en elementos nuevos, y para lo cual se servirá de la fuerza conductora y canalizadora de esa poderosa energía. Esto proporciona el polo positivo y porta la semilla de lo que se intuye que es Necesario.
Este espacio vacío que genera la Necesidad será la representación de la matriz psíquica que ha de ser inseminada por la fuerza de la Aspiración que está simbólicamente representado por el falo (no por el pene). Tanto la matriz como el falo están referidos a sus funciones simbólicas, psicológicas, cerebrales y creativas, por lo tanto, en ningún caso, matriz y falo, se refieren a los órganos sexuales físicos, sino que éstos son tomados simbólicamente por la analogía de sus funciones creativas.
El resultado de esta operación será la llegada al mundo de la manifestación física, la creación, por inseminación, de lo que es Necesario para alcanzar el objetivo, es hacer de lo necesario lo actual y lo real. Hacerlo manifiesto en la vida del sujeto, con lo cual la necesidad desaparece pues ha sido colmada a través de la Aspiración.
Decía Sócrates sobre la necesidad:
“Ninguno de los dioses desea la sabiduría ni necesita ser sabio, porque ya lo son, como tampoco desea la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría, ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia una cosa molesta: en que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a sí mismo que ya lo es suficientemente. Así, pues, el que no cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar».
(Platón, Banquete, 203e-204a)
Por lo tanto seguirá sin ser bello, ni bueno, ni inteligente.
J. Castro
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