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El chamanismo es la primera noción de magia práctica, unida al símbolo, que referencia lo que habita intrínsicamente en el interior del hombre y su necesidad de estar integrado en el universo en el que vive.
El Arte en sí mismo, no nace de algo superfluo o simple como la ornamentación o contemplación de la belleza, sino de una necesidad de llamada, de dar vida y manifestación a lo que es invisible a los ojos, a la necesidad del corazón humano, de estar relacionado con todo aquelloq ue le rodea en la naturaleza que le procura su vida, que le alimenta y le permite vivir. Alimenta no solo su físico, sino su espíritu, el cual no está separado de nada y donde la vida y la muerte se dan la mano, así como el conocimiento. Todo está interrelacionado y el símbolo es el lenguaje que asegura y sella su realidad, haciendo posible su comunión.
En todo el planeta nos encontramos con la raíz chamánica, si bien es en el norte de Asia donde tenemos vestigios de su más innata ancestralidad.
El chamán es un vehículo, un canal para la transmisión entre los mundos, el mundo invisible y de los ancestros y el ordinario y cotidiano al que todos tenemos acceso. Su alma danza y se mueve al compás del tambor, que le lleva la sonido del corazón de la tierra, al suyo propio y del universo, poniéndolo en sintonía y participar de la sabiduría que trae en forma de conocimiento y que comparte con los semejantes en forma de curación, búsqueda de alimento y unión con tdos los que se fueron y los que están, unión con todo aquello que observa y por lo que es observado.
En nuestro mundo occidental Pico de la Mirandola ya lo decía cuando aludía a que la Magia es la parte práctica de la naturaleza, al igual que Mircea Eliade alydía a su función interior y de integración entre los miembros de la tribu o Corvin en su imaginación y encuentros entre el cielo y la tierra. Los chamanes son seres que son intermediarios, que han entregado su vida al Espíriu, su compromiso y por ello su distinta visión del mundo está más ligada a la consciencia que la del resto de los seres humanos, los cuales solo miran, pero no ven, ni participan de lo invisible.
El mito nace como lenguaje simbólico para acercarnos a los misterios del hombre y la consciencia, a su iniciación como ser consciente e integrado. En Occidente tenemos los Misterios de Eleusis, los mayores y los menores. Es un camino, un proceso para religarse al Ser, a la nueva vida o renacimiento después de haber pasado por los infiernos o por el desmembramiento e incluso la ingestión del dios. Podemos ver esta transformación a través del mito de Proserpina, de Dionisos, de Osiris o Mitrhas.
Vemos a través de la Magia y el Mito, que el símbolo ejerce nuevamente como puente para un acercamiento a lo que está más allá de lo comprensible por la mente, a lo que se acerca para poder ver o sentir la unidad de una consciencia que está en todo, a la vez que está en Uno, dando así una amplitud jamás vista, pero sí soñada por el alma humana y por la psique.
Así los chamanes y sus coetáneos, a través del tiempo, artistas, místicos, magos, sacerdotes y sacerdotisas, brujas y algunos curas, han sido transmisores de estos símbolos que muestran otra realidad más cercana e integradora del infinito que nos rodea, haciendo participar hasta a las piedras con su insuflamiento y aliento mágico y espiritual. Nada queda fuera de esta integración, donde el símbolo, en su más diversa forma, es una manifestación.
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