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HACIENDO IMAGINABLE EL MUNDO DE LO INIMAGINABLE.
MITOS Y CUENTOS

Carl G. Jung en su libro “El hombre y sus símbolos”, dice: “usamos constantemente términos simbólicos para representar conceptos que no podemos definir o comprender del todo. Esta es una de las razones por las cuales todas las religiones emplean lenguaje simbólico o imágenes. Pero esta utilización consciente de los símbolos es solo un aspecto de un hecho psicológico de gran importancia: el hombre también produce símbolos inconscientes y espontáneamente en forma de sueños”.
Y a mí, se me antoja, que los cuentos invitan a soñar y a vivir al alma humana con emoción y sabiduría, conformando una mente primigenia  que está naciendo a la realidad y es en esta misma  realidad vivida, y no otra, donde también está implicado el mismo cuento, pues son como el cordón umbilical que te mantienen unido al otro lado de la consciencia, para que nunca termine perdiéndose esa parte interna y misteriosa del ser humano que apenas conocemos.

Esta parte que apenas vislumbramos de nosotros mismos, los mitos, las leyendas, los sueños, la imaginación  y los cuentos la rescatan, para una  mejor comprensión de nosotros, del mundo y un mejor vivir, así como una  especial  integración con la realidad que nos circunda.
Son como un espejo mágico que van a reflejar imágenes nuevas para nosotros y nos va invitar a sumergirnos en sus profundidades para poder reconocernos y poder ver como si llevásemos una lupa en la mano, todo aquello que no podemos observar a simple vista  que refleja y nos devuelve los complejos y cómo somos verdaderamente, más allá de las apariencias que el ego intenta defender a capa y espada.

El hombre siempre ha necesitado ayuda para resolver sus conflictos internos, incluso ya desde que el hombre comenzó su andadura humana  conviviendo con otros seres, necesitaba ya  del más viejo, del más sabio, de aquel que más conocía y tenía memoria ancestral, aquel que recordaba las historias de sus pobladores, sus antepasados, sus viajes y aconteceres, sus sueños, aquel que contaba el paso del tiempo y la historia. Aquel hombre de la antigüedad ya sustentaba su mundo introspectivo gracias al chamán, al “hombre sabio” de la comunidad, pues se decía de ellos que estaban en comunicación con ambos mundos, el pasado y el presente, el de dentro y el de fuera, el de acá y el de allá, el de la vida y el de la muerte…entre el consciente y el inconsciente.

El hombre moderno cree y actúa como si hubiese perdido estas referencias tan importantes y ancestrales, estas raíces que lo conecta con lo que auténticamente es en sí mismo y esto ha terminado por provocar desajustes en su consciencia que ni siquiera la literatura fantástica ha podido solventar, pues no conoce, ni puede ver su sentido, lo que realmente le están contando los mitos y los cuentos de la cultura donde ha nacido y por expansión cualquier cultura que le circunda, pues el lenguaje del inconsciente es universal a través de su simbolismo.

El cuento tradicional, así como los mitos heredados, que nos muestran la creación y destrucción al mismo tiempo, tanto de la realidad interna como externa, ya sea en la vida individual o en un sistema global histórico, son muy importantes tanto en la vida de los niños como en la de los adultos, porque el hombre sigue necesitando este ajuste interno, este poder mirarse en el espejo de los cuentos para ayudarse a sí mismo a comprenderse, pues la vida va exigiendo nuevas pruebas que superar, nuevos conflictos para reconocer y que son difíciles de solventar desde la consciencia.
Estos conflictos y complejos son complicados de asumir y de aprehender cuando la mente está cerrada a los cambios y ha perdido su flexibilidad, su adaptación a lo que es cambiable, a los nuevos retos que la vida nos pide para seguir creciendo y madurando. El hombre, en este olvido y atención de sus propias historias que fueron “vistas”, “·soñadas”, “creadas” desde la inspiración y creatividad del inconsciente humano para poder recordarlas y recordarse, para ser contadas y comprenderse. Así, el hombre, ha ido creciendo en miedo y desconfianza hacia sí mismo y envolviendo en prejuicio todo aquello que le llega y rodea, pero sobre todo ha engendrado un miedo a su vulnerabilidad como ser humano.
La consciencia del hombre ha alimentado el ego y ha encarcelado, hechizado, lo verdaderamente numinoso que hay en él, lo ha encerrado en el interior de su oscuridad, bajo un aspecto feo o repulsivo que nos habla de nuestras cualidades refrenadas y frustradas y que logramos sentir bajo la forma de la vergüenza, los celos, la ira…..Esperando a que nos miremos en el espejo de los mitos y los cuentos y poder aprender a contemplar estas fuerzas con otro sentido, que viven y se lamentan dentro de nosotros mismos, dentro de nuestro corazón esperando a “hacer Alma”, tal y como decía J. Hillman. Así, viéndonos y arañando cada espacio de nosotros y contemplando el dolor que hemos cultivado.

Los cuentos y los símbolos son muy importantes para poder bucear y ver en nuestro interior. Nuestro inconsciente habla y se comunica a través de los símbolos. Los mitos y cuentos nos enseñan a través de estos símbolos que todas las historias humanas pueden ser asumibles, que pueden ser comprendidas, que están sucediendo en el presente, dentro de nuestro corazón y nuestra mente, que los conflictos pueden entenderse y lo más importante, a mi parecer, puede convivirse con ellos y trascenderse. Los mitos y cuentos son una herramienta maravillosa para ingresar en otro mundo, un mundo rico y vivo, lleno de matices, de sentimientos y se hace, precisamente, a través de nosotros mismos y en cada actualidad de nuestra vida.
Lo que no podemos conocer a través del cerebro izquierdo y racional, podemos hacerlo a través del cerebro derecho y emocional, restaurando e integrando, de esta forma, parte de ese cerebro primitivo, instintivo, intuitivo que tanto miedo nos da en la actualidad neurótica que observamos de manera global.

Los cuentos también nos reflejan la imagen más fiel de nosotros mismos y de nuestra propia realidad, al no pasar por el tamiz y la censura de un cerebro racional, de un ego o un yo educado desde unos valores rígidos o inflexibles que va eligiendo a través de lo que le acontece o llega, todo aquello que le gusta y lo que no, lo que cree que es correcto y lo que no, que interactúa con la realidad juzgando continuamente según su pequeño conocimiento.
Los cuentos pueden llegar a nosotros de forma tan sutil, que se cuelan disfrazados delante de este guardián y nos enseñan esta extraña y misteriosa realidad que hemos ido forjando en el útero de nuestra memoria personal y por qué no, también ancestral, donde todos los personajes nos pertenecen y nos corresponden.

Su simbolismo atraviesa como un rayo el consciente para llegar directamente a un inconsciente que lo comprende, lo acoge y lo agradece, ya que es donde se generan la mayor parte de nuestros problemas personales, nuestra percepción más íntima y se le da una llave para abrir la puerta del Inconsciente Colectivo, por donde el dolor, lo incomprensible y hasta lo que nos parece imposible de nosotros mismos pueda salir a la luz y ser restaurado y hasta redimido por la consciencia.

Para el psicoterapeuta, acceder a estos mundos del paciente, sin ninguna presión, ni demanda, es todo un lujo. Es como ser testigo de la conformación del problema o de toda una vida, o del mismo acontecimiento, de la historia que le ha llevado hasta allí y es un Arte el saber aprovechar semejante tesoro que se le ofrece.
Ahora pienso que el declarar un “mito” o “cuento” con el que identificarse, al igual que un sueño, es como desnudarse delante de alguien, porque es algo así, como dejar el alma al aire libre, abrirle la puerta, lo cual es una generosidad por parte del paciente que es agradecida por el psicoterapeuta que lo observa y acompaña, pues todos nos enriquecemos con ella, pues los mitos y los sueños están hechos para despertar.
Quiero acabar este pequeño artículo con unas declaraciones de Marie-Louise Von Franz en su libro “Símbolos de redención en los cuentos de hadas” y dice así:
“Quisiera agregar una última palabra. Probablemente habrán notado que he utilizado una forma de pensar distinta al interpretar todos estos cuentos de hadas. Cuando uno trata con este tipo de folklore simbólico, se puede pensar de varias maneras: una sería pensar acerca del tema y la otra colocarse fuera, arriba o al lado del mismo y anticipar pensamientos acerca de él, observando para ver si encajan. Uno no puede salirse del primer camino, es el camino del pensar tradicional aprendido en la escuela; pero cuando se ha practicado el otro método durante algún tiempo, nuestro pensamiento se altera; uno ya no se detiene a pensar a cerca de eso, el proceso de pensar se convierte en algo más bien como escuchar lo que el símbolo en sí mismo tiene que decir.
De esta manera el pensar se convierte en un instrumento que se presta a sí mismo a la autoexpresión del tema.
Esto es lo que Jung llama pensamiento simbólico. Es algo difícil de aprender y cuanto más se ha aprendido la manera escolástica, más difícil se hace el cambio a este pensamiento simbólico. Sin embargo, a través de él se cuenta con un instrumento inapreciable para comprender el material en bruto de la psique y sus nuevas y desconocidas expresiones, que debemos esforzarnos por conocer si queremos tratar con el inconsciente”.

Fermina Pulido
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Psicóloga en PsicoAljarafe
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